La investigación por el brutal asesinato de la psiquiatra Virginia Franco, ocurrido en su casa de City Bell, dio un giro clave: un hombre de 38 años fue detenido y quedó bajo la lupa como principal sospechoso.
Durante más de una semana, los investigadores analizaron distintas líneas: desde la actuación de un conocido que administraba las finanzas de la víctima, hasta la presencia de un grupo de jardineros que había trabajado recientemente en la vivienda. Esa pista los llevó a identificar a un hombre que aparecía filmado en las inmediaciones, con el rostro parcialmente cubierto, ingresando y saliendo del sector en el mismo horario estimado del crimen, cargando una bicicleta y una mochila abultada.
El sospechoso —detenido en un asentamiento de Quilmes— tenía un pasaje a Tucumán para viajar el mismo día de su aprehensión y un teléfono celular desde el cual habría mantenido un breve contacto con Franco. También se investiga una bicicleta que, según testigos, pertenecía al difunto marido de la médica.
El crimen fue descubierto cuando un allegado llegó al domicilio y encontró puertas abiertas, algo inusual en la vida cotidiana de la profesional. La escena era estremecedora: Franco apareció tirada en un pasillo, con lesiones graves en el rostro y cortes en el cuello. La autopsia estableció que murió por shock hipovolémico.
Aunque no se pudo precisar si faltaba dinero, sí se confirmó que su celular desapareció y que Franco llevaba habitualmente joyas que no fueron halladas. Eso mantiene vigente la hipótesis del robo seguido de homicidio, mientras continúan los análisis periciales y la recolección de evidencia.
Los investigadores buscan ahora determinar si el sospechoso actuó solo, si conocía los movimientos de la víctima y cuál fue el móvil del ataque.
